jueves, 30 de agosto de 2012

Las mariposas y el tiempo.


No sé ni cuanto tiempo hace que la conozco, pero todavía conservo nítido cómo fue la primera vez que la vi. 
Me gusta ir andando a mi trabajo, pasear por la ciudad y observar todo cuando hay a mi alrededor. Todos los días ocurre algo interesante, que merece la pena ser recordado. Un nido nuevo en un árbol por el que paso diariamente, el niño que juega todas las tardes con sus amigos al lado del colegio, y que por primera vez estaba cogido de la mano de esa niña tan guapa que a veces lo acompaña… y aquel día te vi por primera vez sentada en el banco de madera, al lado de la fuente del parque, leyendo. Lo primero que me llamó la atención es que no mirabas al libro para leer, simplemente recorrías sus páginas con las manos y una sonrisa en la cara. Un precioso pastor alemán a tu lado y un bastón blanco en tu regazo, me hicieron comprender que tus ojos pese a tener el color mas bonito que existe, no servían para captar la luz, sino para darla. Recuerdo que me senté en un banco cercano al tuyo, pero con la suficiente distancia como para no alarmar a “Bruno”, tu ángel marrón y negro. Yo te observaba con atención, mientras Bruno no me quitaba ojo de encima. Cómo pueden moverse las manos con esa elegancia con que tu lo hacías ?, es sólo uno de los detalles que me maravillaron. Estuve toda la tarde fijándome en tu sonrisa, y casi pude distinguir cada pasaje que leías, pues tu cara reflejaba los sentimientos que se desprendían de aquellas páginas blancas sin tinta. Llegó el momento de irte, y no quise mover ni un músculo para no hacerme evidente, simplemente vi como te alejabas por la calle, con esos andares que te distinguían de los seres terrenales, y Bruno delante de ti, cuidando cada paso que dabas.
El salir de trabajar e ir a sentarme cerca de ti en el parque, se convirtió en un hábito. Día tras día, el tiempo transcurría y yo me iba enamorando poco a poco de ti. Bruno se acostumbró a mi presencia y apenas me prestaba atención cuando me sentaba cerca de vosotros. Me acostumbré yo también a leer en el parque, y para mi era un reto averiguar qué libro leías y acompañarte en la lectura sin que tu supieras de mi existencia. A veces venías acompañada de alguna amiga, y debía sentarme mas lejos para evitar ser descubierto. Los días dieron paso a las semanas, las semanas a los meses, y quizá pasaron dos años antes de que me atreviera a acercarme a ti por primera vez.
Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a cómo presentarme ante ti, quizá un : “Hola, cómo estás, me llamo Pedro y estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo”… no, aquello no tenía visos de terminar bien.
Quizá lo mas sencillo fuera que me sentara a tu lado y me hiciera el encontradizo, a partir de ahí podía intentar entablar conversación contigo y puede que incluso quisieras ser mi amiga con el tiempo…
Al final, después de meses de buscar el valor en mi interior, me animé a acercarme a ti esa tarde y presentarme.
Estabas mas bonita que nunca, y había una chica a tu lado (era una de tus amigas), pensé en irme pero quizá su presencia te tranquilizara y me ayudara a presentarme.
Me acerqué a tu lado y entonces fue cuando la chica de tu lado te dijo con una sonrisa en la boca:
- María, este es Pedro.
Yo me quedé boquiabierto sin apenas saber que decir y medio balbuceando, pregunté:
- Me conoces ?
- Claro, que te conocemos -dijo la chica entre risas, mientras María reía con ella y ponía un separador en el libro.
- Pero… cómo ? -Dije intentando encontrar la respuesta por mi mismo, pensando en las hipótesis mas absurdas.
- Verás, Pedro, no eres invisible, y hace tiempo que te hemos observado, cómo vienes a ver a María todas las tardes.
- Yo no quería molestar, simplemente… -“no sabía que podía decir, no se me ocurría nada que justificara mi devoción.”
- No te preocupes -dijo María, -Elena ya se iba, y me alegro de que por fin te hayas animado a conocerme.
Elena se levantó, y nos dimos dos besos para presentarnos, acto y seguido se despidió de ambos y nos dejó solos.
Yo no salía de mi asombro y no sabía cómo comenzar a hablar con ella, sus ojos azules eran mas bonitos de cerca, y aunque no acertaba a mirar en mi dirección, parecía que supiera donde estaba.
- Dame la mano por favor -me dijo suavemente.
Yo puse mis mano entre las suyas y juro que nunca había sentido aquella sensación en el estómago cuando sentí el calor de sus manos. 
- Y ahora, háblame de ti, quiero conocer por qué un chico tan guapo, lleva tanto tiempo interesado en una chica ciega.
Las palabras empezaron a fluir, y las mariposas de mi estómago empezaron a volar y salir por mis labios. No recuerdo cuantos años hace de aquel momento, pero la mariposas no dejaron de crecer nunca en mi interior.

Javitxu.  Agosto/2012

8 comentarios:

  1. "Un precioso pastor alemán a tu lado y un bastón blanco en tu regazo, me hicieron comprender que tus ojos pese a tener el color mas bonito que existe, no servían para captar la luz, sino para darla" y ahora tú le has puesto palabras a lo que siento al mirarte.
    Me he quedado enredada en ese párrafo.
    No se que ocurrió antes las palabras o tu dulzura. Te admiro.

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  2. Este texto es precioso, lleno de luz, gracias por compartirlo.

    Un abrazo.

    PD. Moni, una pena lo de tu blog. Se te echara de menos. Un beso.

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  3. Muy linda historia. Y en especial, muy lindo final.

    ¡Saludos!

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  4. Muchas gracias por vuestros comentarios. Un beso enorme. :-***

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  5. Precioso, me ha dejado sin palabras. ¡Mi enhorabuena!

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