viernes, 27 de abril de 2012

Mil veces.

Quiero enamorarme mil veces, 
y conocer los ojos que relegarán los tuyos al olvido.

Mil veces sentirme entre abrazos,
y mil besos que arrastren tu recuerdo.

Conocer mil corazones que me amen,
y olvidarlos quizá otras mil veces.

Mil montañas rusas elevando mi alma,
y que mi corazón pierda su latido otras tantas.

Quizá desgaste tanto mi capacidad de querer,
que mil veces moriré... hasta que al final mil veces te olvide.

martes, 24 de abril de 2012

Crónicas del 3012


En el 3012, la clonación de la especie humana se había convertido en una mera cuestión económica.

Los ricos podían costearse un cuerpo mas joven basado es su propio genoma, para poder disfrutar en una segunda oportunidad, de su inmensa fortuna.

Ana no tenía esa suerte, era una mujer trabajadora, cuya monocromática vida se había convertido en algo predecible y gris.

Todos los días al salir de trabajar, pasaba delante de la agencia de viajes, donde pasaba unos minutos soñando en salir de aquella ciudad, aquel matrimonio que no recuerda si alguna vez tuvo chispa, y perderse entre bosques que jamás tuvo la oportunidad de ver.

Al llegar a casa, cumplía la monótona rutina diaria de realizar los trabajos pendientes de la casa, y hacer la cena a su marido, el cual apenas levantaba la vista del periódico para dedicarle un ligero gesto de aprobación.

Veía la televisión distraída durante un rato, hasta que el sueño le vencía y se acostaba sin ganas, sabiendo que al día siguiente la rutina sería exactamente la misma.

Mil veces tuvo ganas de hacer algo, pero el amor que le quedaba por aquel hombre, le impedía desaparecer y dejarlo sumido en la tristeza. Realmente notaría su ausencia ?… no quería comprobarlo.

Un día Ana se levantó con una sonrisa en la cara. Se dirigió al banco y sacó todos los ahorros de su vida. Aquella noche su marido apenas notó que Ana caminaba de manera diferente, sin apenas rastro de expresión en su mirada. Se limitó a olisquear la cenar por encima de su periódico y asentir volviendo a su lectura.

Ana sin embargo, estaba a miles de kilómetros sentada frente a un árbol, llorando con una sonrisa en la cara.