lunes, 6 de febrero de 2012

Microrelato: El mar, las olas, y la vida.


Joder como picaba aquel día el sol en la playa !!
La novela estaba interesante, pero mi nivel de alcohol en sangre había bajado notablemente, y necesitaba un chute de ron que reanimara mi espíritu.
Me levanté de la toalla y mientras me sacudía la arena del cuerpo, divisé una rubita que no me quitaba el ojo de encima (¿o estaría mirando al cachas de la toalla de al lado?). Un rumor a lo lejos, apartó mis pensamientos de tamaña incógnita, y me hizo entrecerrar un poco los ojos intentando divisar en el horizonte, el origen de aquel ruido sordo y molesto. Después de un par de minutos de infructuosa búsqueda, decidí dirigir mis pasos a aquel barecito al lado del hotel, donde mis penas se ahogaban entre Mojitos y música local.
Apenas había andado unos cuantos metros, y el ruido se hacía cada vez mas evidente y molesto. El sobresalto de unos chicos señalando el mar, me hizo girarme y comprender lo que estaba apunto de acontecer. Aquella ola era demasiado grande para ser real, ¿acaso estaba soñando?, los gritos de la gente me hicieron comprender que aquello no era un sueño.
Corrí !! corrí como alma que lleva el diablo, y mas rápido todavía si cabe. La adrenalina recorría mi cuerpo y el caos se desataba por segundos. Cuando el rugido era casi ensordecedor, comprendí que no había nada que hacer, posiblemente estaba apunto de morir. No me di cuenta de como ocurrió, sólo sé que estaba dando vueltas y mas vueltas sin saber donde estaba el fondo y donde estaría el aire que mis pulmones me reclamaban a gritos. Una bocanada de aire, me devolvió otra vez la consciencia que estaba perdiendo por momentos, estaba flotando arrastrado por cientos de objetos diversos a mi alrededor. Una sombrilla pasó a mi lado y estuvo apunto de alojarse "amablemente" entre mis cejas.
Aquello parecía el pueblo, reconocía el hotel a lo lejos y las calles por las que paseaba hace unos días tambaleándome, ahora estaban totalmente cubiertas de agua. Me aferré fuertemente a la repisa de un balcón y escalé como pude, dejando abajo el torrente destructor del líquido elemento.
Apenas podía respirar por la agitación y de repente vi aquella niña arrastrada por la corriente. Quizá tendría 3 o 4 años de edad y se mantenía a flote en una madera que iba a pasar muy cerca de mi lado.
No lo dudé, con una mano me sujeté firmemente a la barandilla, y con la otra agarré su brazo como si se lo fuera a arrancar. La niña me miraba con cara de terror y no dejaba de llorar. Como pude la subí a la barandilla y la puse a mi lado, ella se aferró fuertemente a mi cuello como si le fuera la vida en ello.
Al cabo de unos minutos aflojó un poco los brazos y me miró. En aquellos ojos volví a encontrar aquello que perdí años atrás y que dejó mi vida absurdamente vacía. Me besó en la mejilla y se aferró de nuevo a mi cuello.
Es curioso, pero aquella mañana el caos, me devolvió las ganas de vivir.

2 comentarios:

  1. Igual es temprano, o es porque es domingo, igual yo tengo el día raro... o simplemente tú me dejas sin palabras y no hay más. Me gusta lo que leo por aquí porque me hace pensar, porque tus entradas tienen mucho de real, porque los finales son perfectos. Poco o nada más que decir.

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  2. Gracias, aunque creo que sería, porque estabas un poco dormida xDDD. Un beset.

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