Llevaba todo el día pensando en flores, "Una rosa, para mi Rosa", me dije al salir de trabajar, mientras me dirigía a la floristería.
Puse en su mano una rosa, y un beso en su frente, mientras las palabras "Te amo", se me escaparon de los labios.
Ella olió la flor y me miró con tristeza. Unos pocos minutos de silencio se expandieron en la soledad de aquel abrazo vacío y frío.
Sonreí tristemente, mientras le di el último beso en la frente.
Aquel día de primavera se convirtió en un otoño improvisado.
¿Qué decirte, Javiero?
ResponderEliminarKnockeado me hallo.
Gracias, Juan. ;-)
ResponderEliminarA ti, caballero, por volver a exponer tu creatividad.
EliminarEl cambio climático está haciendo estragos...
ResponderEliminarElla se lo pierde.
Besitos...
Recién he descubierto tu blog y voy a ir leyendo poco a poco tus relatos y poemas... para disfrutarlos en pequeñas dosis como las cosas caras. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, en breve seguiré subiendo cositas. ;-)
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